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09.00 | PEDALEA LA PATAGONIA

Por Jorge López Orozco.

Es casi normal del paisaje patagónico sudamericano ver a parejas de ciclistas que recorren la geografía austral venciendo distancias, un clima siempre cambiante y la posibilidad de quedarse en alguna pana a disposición de la nada o de la ayuda que puede tardar muchísimo.

No deja de ser bella esta forma de moverse. La bicicleta avanza más rápido que la caminata pero da una serie de pausas, facilidades e independencia que difícilmente podría igualar un automóvil.

Todo este bla bla antecede a las presentaciones. Pablo Ascencio, hace rato decidió hacer de Puerto Natales, la ciudad de los "tira piedras", su hogar y dedicarse a brindarle a los visitantes parte de su pasión por el ciclismo de montaña. Con su empresa "Sendero Aventura" ofrece una serie de viajes por los caminos más alternativos, rutas de tierra por dónde los antiguos habitantes de la región de Magallanes y que comienzan desde las 4 horas de pedaleo en adelante.
Hacia el Milodón
Pablo propone la ruta clásica, llamada "Cuevas en MTB", que consiste en un trayecto de casi ocho kilómetros por la zona aledaña a la Cueva del Milodón, uno de los hitos significativos de Puerto Natales.

Nos montamos en la camioneta que nos acerca con los equipos hacia la zona de Puerto Prat, al noroeste de la ciudad, específicamente a 25 kilómetros. Ya tan sólo el paso por caminos secundarios en el automóvil es un espectáculo en sí mismo. Mientras por la izquierda aparece y desaparece el fiordo de Última Esperanza, en tanto a la derecha se elevan los 600 metros de altura de la sierra Dorotea.

No tardamos mucho en llegar a esta pequeña zona, con una casa tipo Estancia ovejera, nos preparamos a pedalear. El viento es frío pero los 5 personajes que nos lanzamos a circular por este paisaje de Patagonia, no les desagrada el clima ni la temperatura. Montados en bicicletas Trek 4300 (livianitas y de aluminio) el cuerpo rápidamente comienza a activarse. Pedaleo en un terreno fácil, de maicillo, con pocos baches y algunas pozas de agua lluvia que anteceden a la primera subida fuerte.
Acá Vivió el Milodón
Algunos sin aliento y otros con. Esa es la separación más evidente en el grupo tras pasar la cuesta que nos encamina a la Cueva del Milodón. La Patagonia cobra esfuerzos extras para remontar tramos con viento en contra, pero el espectáculo se torna tan poderoso que es imposible renunciar a continuar.

La decisión se convierte en certidumbre al llegar a una serie de rocas en que algunos deportistas escalan. Se trata de la "Silla del Diablo", dónde dicen que Satanás sale a asustar y lanzar gritos cada noche de luna llena. Este hito se transforma en el comienzo de la zona del Milodón.

Pocos metros delante se ubica la portería de CONAF del Monumento Natural Cueva del Milodón. Considerada como territorio preservado desde 1968, es hogar de uno de los hallazgos pelo-arqueológicos más importantes de Patagonia. Fue en el año 1896 cuando el colono Hermann Eberhard encontró los restos de una animal. Más de un metro y medio de cuero que pasó a ser parte de varios museos europeos y que hizo del Milodón, un personaje de culto que hoy tapiza varios rincones de Natales.

El cerro Benítez es el hogar del extinto Milodón que merodeó por este territorio hace 13 mil años atrás. En el sector hay una serie de cuevas, siendo la mayor el lugar dónde Eberhard encontró los restos del cuadrúpedo.

La cavidad rocosa mide 30 metros de alto, 80 de ancho y 200 de profundidad. Hay una réplica del milodón y senderos que llegan a la cima de la caverna con excelentes miradores.
Cerro Abajo
Visita concluida, tomamos las bicicletas y nos dirigimos hacia la zona de los canales del Pacífico que penetran como dedos en la tierra. Los ascensos constantes ceden y comienza una de las épocas felices de andar en bicicleta por los cerros: descender.

Los caminos se tornan veloces. Las bicicletas llegan a los 60 kilómetros por hora, se extreman los recursos para no darse un porrazo y el grupo se disgrega en el territorio. Las caras felices son una mayoría.

Frenamos en un portón y enfilamos por un sendero pedestre hacia Puerto Prat. Ahora se vuelve aventura el viaje y las pericias de los pilotos se vuelven absolutamente necesarias. El clima de Patagonia ha provocado que exista mucho barro y eso lejos de quitarle brillo, sólo otorga mayor diversión.

Las cuatro horas se han pasado rapidísimo. Queda el postre del viaje, un pequeño descenso con muchas ondulaciones que lleva directo a la camioneta. Uno por uno se va tentando la suerte y el pedaleo se vuelve veloz.

Las bicicletas avanzan entre caballos en libertad y un conjunto de ovejas que corren junto a las cletas, asustadas.

Fin de la aventura. Sólo hay alegría entre los integrantes. Cero heridos, muchas anécdotas y chistes acentúan eso tan poderoso que dejan los deportes al aire libre: la hermandad entre camaradas.

Texto y Fotografías: Jorge López Orozco (periodistaviajero@chile.com) Ahmedabad
Kolkata
Hyderabad

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