De Los Medios Internacionales.
La profesión más hermosa que existe es la de futbolista. No hay nada comparable al placer que produce jugar una cascarita, pertenecer a un quipo, sudar en un entrenamiento, hacer una pared, lanzar un pase, cortar un avance, salvar un gol, dar un pase de gol… meter un gol.
Es maravilloso formar parte de un equipo, sentirse como un engrane o una pieza de una máquina puesta a punto y bien engrasada. Pero los jugadores no son cualquier tipo de pieza, son seres humanos con sentimientos, preocupaciones, virtudes y defectos, con inteligencia y corazón, se alegra con las victorias y se enojan con las derrotas. Los jugadores buscan solamente divertirse y con el tiempo, sin darse cuenta, creen y se ganan la vida jugando futbol. En ese momento ya no todo es diversión, vienen las obligaciones, las responsabilidades, los compromisos, las presiones y la mejor manera de desarrollar esta profesión es dignificándola.
El futbolista debe dignificar su profesión, en cada momento del día debe pensar que es futbolista, pensar como se alimente, como descansa, que zapatos usa, hasta en que cochón duerme es importante. Debe como se dice en el medio “vivir para jugar”.
Sin embargo la dignificación del futbolista no para ahí. El futbolista además de ayudar, cuidarse, ser generosos, y amable debe ser bueno en todo. Debe ser buen hijo, buen hermano, buen padre, buen estudiante y por supuesto buen futbolista, con todas las satisfacciones y responsabilidades que tiene en cada ámbito de la vida.
Debemos ser parte de nuestra familia siendo el sostén y un buen ejemplo. Debemos ser parte de la sociedad siendo una imagen, un producto, es cierto, pero también aprovechando el poder que nos da nuestra profesión, poder que no pedimos, que viene en ella ¿Quién como futbolista no ha disfrutado de la enorme sonrisa de un niño después de darle la mano, o la satisfacción de un aficionado cuando ganamos, o de esas ocasiones en que le han permitido ahorrarse una larga fina por ser futbolista?
Este poder no es nada más para las cosas superficiales. Podemos sin darnos cuenta, ser un factor de cambio en la vida de alguien o en la opinión de alguna persona. No desaprovechemos esta oportunidad y mucho menos hagamos mal uso de ello.
Debemos llevar nuestra capacidad de futbolista a la excelencia, ser productivos, no solo de manera económica o deportiva, sino también moral, que nuestras costumbres sean dignas de imitar y una forma de vivir. Somos y seremos futbolistas por toda la vida. Seamos los mejores en todo. Ahmedabad
La profesión más hermosa que existe es la de futbolista. No hay nada comparable al placer que produce jugar una cascarita, pertenecer a un quipo, sudar en un entrenamiento, hacer una pared, lanzar un pase, cortar un avance, salvar un gol, dar un pase de gol… meter un gol.
Es maravilloso formar parte de un equipo, sentirse como un engrane o una pieza de una máquina puesta a punto y bien engrasada. Pero los jugadores no son cualquier tipo de pieza, son seres humanos con sentimientos, preocupaciones, virtudes y defectos, con inteligencia y corazón, se alegra con las victorias y se enojan con las derrotas. Los jugadores buscan solamente divertirse y con el tiempo, sin darse cuenta, creen y se ganan la vida jugando futbol. En ese momento ya no todo es diversión, vienen las obligaciones, las responsabilidades, los compromisos, las presiones y la mejor manera de desarrollar esta profesión es dignificándola.
El futbolista debe dignificar su profesión, en cada momento del día debe pensar que es futbolista, pensar como se alimente, como descansa, que zapatos usa, hasta en que cochón duerme es importante. Debe como se dice en el medio “vivir para jugar”.
Sin embargo la dignificación del futbolista no para ahí. El futbolista además de ayudar, cuidarse, ser generosos, y amable debe ser bueno en todo. Debe ser buen hijo, buen hermano, buen padre, buen estudiante y por supuesto buen futbolista, con todas las satisfacciones y responsabilidades que tiene en cada ámbito de la vida.
Debemos ser parte de nuestra familia siendo el sostén y un buen ejemplo. Debemos ser parte de la sociedad siendo una imagen, un producto, es cierto, pero también aprovechando el poder que nos da nuestra profesión, poder que no pedimos, que viene en ella ¿Quién como futbolista no ha disfrutado de la enorme sonrisa de un niño después de darle la mano, o la satisfacción de un aficionado cuando ganamos, o de esas ocasiones en que le han permitido ahorrarse una larga fina por ser futbolista?
Este poder no es nada más para las cosas superficiales. Podemos sin darnos cuenta, ser un factor de cambio en la vida de alguien o en la opinión de alguna persona. No desaprovechemos esta oportunidad y mucho menos hagamos mal uso de ello.
Debemos llevar nuestra capacidad de futbolista a la excelencia, ser productivos, no solo de manera económica o deportiva, sino también moral, que nuestras costumbres sean dignas de imitar y una forma de vivir. Somos y seremos futbolistas por toda la vida. Seamos los mejores en todo. Ahmedabad