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LA PÁGINA MÁS TRISTE EN LA HISTORIA DEL GRAN PREMIO DE LA HERMANDAD

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Ocurrida el 18 de agosto de 1984.

Si hay una página triste en toda la historia del Gran Premio de la Hermandad, es la que nos trae aquella mañana del sabado 18 de Agosto de 1984, en la que dos verdaderos embajadores de la paz inscribian sus nombres en el bronce imperecedero de la historia automovilistica fueguina. Francisco Javier Puget y su gran amigo Elvy Armando Garay sufrían un fatidico accidente cuando se estaba disputando la primera etapa de la 11ra edición, a bordo de la Coupé Ford Taunus 503, número que se le reservará para siempre a él y a su querido amigo.
Francisco “PACO” Puget como le decían sus amigos, tenían tan solo treinta años de edad, trece días mas tarde, el 31 de Agosto cumpliría los treinta y uno, Elvy 53, ambos en plenitud de sus vidas y con muchos proyectos por delante, los cuales quedaron inconclusos esa mañana de neblina fria. La vida terrenal de uno de los mejores pilotos de la patagonia llegaba a su fin, llevándose junto a él a su eterno compañero de ruta, uno de los mecanicos más prestigiosos de Rio Grande. Juntos comenzarían una nueva vida y desde lo más alto estarán acompañando en cada edición a sus compañeros tuercas del Gran Premio.
El talento y la capacidad de “Paco”, quedaron a la vista ante el experimentado piloto de Mina Clavero, el Cordobes José Raul Recalde, y quién se va a olvidar de la primera etapa de la 10ma edición, en que la dupla Puget-Garay, ganaban por 40 segundos ante el emperador del Renault 18. Esa fue la única etapa que perdió “Caballo de Lona” de las cinco ediciones que conquistó en su paso por el Gran Premio de la Hermandad.
Por su parte, Elvy, además de ser un excelente preparador, mostró también sus condiciones conductivas y fue en el año 1977, 4ta edición, a bordo de un opel, en la categoría “C”, que logró quedarse con la cuarta ubicación. Por delante terminaban Constante Moreno Preto, Ivo Milovic y Carlos Romero, en ese orden.
Han pasado 22 años de aquella ingrata noticia, la que nadie quería aceptar ni escuchar, pero en el inicio de cada edición, tanto argentinos como chilenos tienen muy vivo el recuerdo de estos DOS GRANDES.