Sin embargo, las circunstancias sociales, religiosas y culturales impedían y siguen impidiendo el reconocimiento y la aceptación de esta realidad. De hecho, hoy día sigue habiendo gran número de países y sociedades que persiguen y castigan a las personas que hacen pública su orientación sexual no heteronormativa. Pese a todo, el cambio social vivido en algunos países occidentales ha conferido un carácter más aperturista y respetuoso en las últimas décadas a la diversidad sexual. Concretamente en el deporte, estos cambios sociales y políticos han permitido, como menciona Griffin (2012), que cada vez haya más deportistas abiertamente LGTBI, que cada vez sean más los deportistas heterosexuales que defienden los derechos de gays y lesbianas y que exista una mayor concienciación de los técnicos.
Algunas organizaciones comienzan a afrontar esta problemática en el deporte: existe una mayor información accesible para deportistas, incluso se comienzan a elaborar programas y guías para trabajar con este colectivo minoritario en el deporte. Hasta que el cambio de valores en nuestra sociedad no ha posibilitado la comprensión de esta realidad social, no como una desviación o enfermedad, sino como un rasgo de la personalidad del individuo, no ha sido posible asistir a lo que algunos autores denominan como “democratización de la práctica deportiva” (Moscoso et al., 2014). A raíz de las discriminaciones y ataques sufridos por deportistas LGTBI, surge todo un movimiento deportivo que quiere dar cabida a todas las personas que, sin tener en cuenta su orientación sexual, quieran disfrutar del deporte con las máximas garantías sociales.
Revista Española de Sociología (RES) 2019 © Federación Española de Sociología
(Fotografía de Free Photo)
Esta crónica pertenece "Visibilizando el deporte LGBTIQ+", proyecto financiado a través del Fondo de Fomento de Medios de Comunicación Social 2023 del Gobierno de Chile y del Consejo Regional.