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17.24 | EL FÚTBOL Y LA GUITARRA NO PASAN DE MODA

De Los Medios Internacionales.

"Los grupos de guitarra ya no venden discos, Mr. Epstein". (Dicho el 1 de enero de 1962 al representante de los Beatles, entonces desconocidos, por un productor de la grabadora Decca.)
Cincuenta años después de ese desahucio, las guitarras siguen de moda, claro, aunque el ejecutivo tenía sus razones: los Beatles estuvieron mediocres en esa audición, con resaca tras una borrachera y poco material original; además eran de Liverpool, puaj, y al ejecutivo, Mike Smith, le gustaban The Tremeloes, que eran de Londres... mediocres pero con "buen" acento y conocidos del estudio.

En fútbol, tanto como en rock, los pronósticos suelen fallar.

En la Premier League hemos visto resultados "impredecibles" en los últimos días: Sunderland 1-0 Manchester City; Chelsea 1-3 Aston Villa; Manchester United 2-3 Blackburn Rovers... el día del 70º cumpleaños de Alex Ferguson.

Se podría decir que estos son accidentes, pero tan frecuentes que sugieren otra cosa, que el fútbol moderno rebosa de Mike Smiths, gente capaz pero que de vez en cuando deja pasar a los Beatles, aunque los tengan bajo las narices.

Esos Mike Smiths decidieron hace unos años que el fútbol sólo era de los fuertes y altos, que los pequeños no podían jugarlo; y que los entrenadores, antes que los jugadores, marcarían la diferencia entre el éxito y el fracaso.

En la entrada anterior sugerimos que este enfoque, aplicado a rajatabla, ha demorado varios años la evolución del fútbol brasileño, el más fecundo de la historia, que ahora debe repensar sus prioridades para el mundial 2014.

Supuesta modernidad

Dijimos que Tim Vickery, el corresponsal inglés en Sudamérica más respetado, por su perspicacia y conocimiento, había denunciado en la TV brasileña que resultados recientes dejaron en evidencia "la supuesta modernidad del fútbol brasileño, obsesionado con el rendimiento físico, las jugadas con balón detenido, la obstrucción, las transiciones y el contragolpe".


El equipo de la Universidad de Chile celebra tras ganar la final de la Copa Sudamericana.

O sea el fútbol regimentado, prefabricado en la cabeza de un DT y armado, o tratado de armar, en el campo de juego, por peones fuertes y obedientes.
Pero ahora, un puñado de entrenadores de perfil relativamente bajo, desconocidos hasta hace poco, vuelve a tañer las guitarras, dejando en ridículo a los gladiadores "modernos" y contribuyendo a un panorama de innovación, según algunos, o de retorno a las fuentes, según otros.

El fenómeno no se limita a Europa y Sudamérica, porque los ejemplos también llegan de África.

Ya hemos visto que el 3-1-4-2 empleado por Universidad de Chile en la primera final de la Copa Sudamericana ha sido descrito como "un aporte táctico original y excitante" por comentaristas europeos, mientras que el DT de Santos dijo del Barça, tras la final del Mundial de Clubes, que había utilizado una formación que describió como "3-7-0", con una licencia más o menos poética.

Serbio innovador

Personajes como Guardiola y Sampaoli reconocen la deuda que tienen con Cruyff y Bielsa, pero no es tan fácil ubicar al serbio Milutin Sredojevic, seleccionador de Ruanda, que utilizó con éxito el 3-1-4-2 antes que Sampaoli, en una semifinal de la Copa Cecafa (África Central y Oriental) ante Sudán.

Todo esto da la razón a quienes creen que las tácticas "modernas" van a remolque del juego, y no a la inversa. Las tácticas no serían un manual de instrucciones, sino registros de lo que inventan los futbolistas en la grama.

Llama la atención que justamente en este clima acaba de ser reeditado, en España, el libro "Fútbol, dinámica de lo impensado", del periodista argentino Dante Panzeri (1921-1978), un Diógenes criollo que fulminaba contra los innumerables charlatanes que querían colocar chalecos de fuerza al fútbol.

A Panzeri le gustaba decir que el fútbol era el arte del imprevisto, de lo espontáneo. Tanto insistía en esto que en su libro citó al filósofo Julián Marías: "cuando se sabe lo que va a pasar es que no va a pasar nada".

Una de sus obsesiones era la amenaza al "hecho lúdico del juego", debido a la presión de la "creciente angustia económica-política-pasional".

Pasión universal

Esto lo llevó a una profecía que a simple vista parece de Mike Smith: "Yo dudo que en el año 2000 el fútbol sea todavía la pasión universal que aún sigue siendo, no obstante su acentuada declinación mundial".


Panzeri estaría en desacuerdo con el protagonismo de los entrenadores, como Mourinho.

Panzeri se refería a la declinación del fútbol como hecho lúdico antes que fenómeno de masas, aunque cuando escribió eso la TV estaba poco desarrollada. Cabe suponer que para él eran fenómenos simultáneos.
Yo tengo la edición original de Paidós, de 1967, que heredé de mi suegro. La insistencia en la espontaneidad del juego recorre sus páginas. Panzeri arremete contra los sistematizadores del fútbol, a los que ve como chamanes descarados, que pretenden alcanzar un control cuasi religioso a través de su pretendida "visión" e "interpretación" de las "reglas" del buen juego.

Están matando el fútbol y creando un espectáculo como negocio, sin arte, decía.

De vivir ahora, Panzeri arremetería contra Mourinho y sus imitadores, que se presentan como los verdaderos protagonistas del fenómeno futbolístico.

Algo que no se enseña

El fútbol es más simple que eso, decía, un juego en que la invención discurre en forma natural, según un instinto, algo que no se puede enseñar, que se hereda en las entrañas de la madre y se recoge como revelación en la niñez.

Ahora, el cascarrabias nos diría que La Masía no enseña principios elementales, que sólo ofrece práctica, disciplina y ejercitación técnica.

Las ideas más "innovadoras" siempre encuentran un antecedente más o menos cercano en alguna cultura futbolística, nos decía.

En el capítulo VI, "Fundamentos de lo imprevisible", aparece un texto de Carlos Peucelle (1908-1990), uno de los grandes maestros del fútbol argentino, cuya voz resuena en toda la obra de Panzeri.

Aporte de Peucelle

"¿Que La Máquina (River Plate de los años '40) no podría jugar ahora como en su época? En aquel tiempo todos le jugaban a River a defender. Y de 90 minutos nosotros teníamos la pelota 80 (...) En 1946, Lanús nos puso 10 jugadores a defender y adelante quedó solamente Arrieta (...) Lanús hizo dos contrataques y Arrieta nos hizo dos goles y ganó el partido. ¿Y eso no era marcación? ¿No era fútbol moderno?", escribió Peucelle.

En 1946 como en 1966 y en 2012... el juego es el mismo, diría Peucelle, quien asegura que en el fútbol argentino de los años '30 ya se utilizaba el 4-2-4 "inventado" por los brasileños muchos años después, y que Adolfo Pedernera era "centroforward retrasado" en River varios años antes que el húngaro Nándor Hidegkuti destruyera a la defensa inglesa en Wembley en 1953.

Y en Inglaterra misma, Jonathan Wilson informaba hace unos meses (The Guardian, 20/9/11) que Herbert Chapman, del Arsenal, no fue el creador de la formación W-M que surgió tras la modificación de la ley del off-side de 1925: ahora se sabe que la formación nació en un partido entre el Southampton y el Bradford City, padre de la criatura, varias semanas antes de la novedad del Arsenal (hay crónicas en el Southampton Echo). Fue una evolución espontánea.

El fútbol, como la música, nace de los que tocan la guitarra, no de los que sostienen los micrófonos y firman los contratos.

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