ZoyaPatel

16.30 | HIPERTENSIÓN Y EL DEPORTE

De Los Medios Internacionales.

Cuando hablamos de hipertensión arterial nos referimos al hecho de que la sangre
viaja por las arterias a una presión mayor que la deseable para la salud.

Esta enfermedad se manifiesta ocasionalmente con mareos, dolores de cabeza o
hemorragias en la nariz. Aunque la mayoría de los afectados no muestran síntomas
visibles, que no quiere decir que no sea peligrosa, puesto que muchas muertes al
año se producen por esta enfermedad o por sus complicaciones sobre el sistema
cardiovascular y el riñón.

La tensión arterial se caracteriza principalmente por la cantidad de sangre que
circula y el calibre de las arterias por las que esta circula. Cuanto mas
volumen de sangre contenga y menor sea el diámetro de las arterias, mayor será
la tensión arterial. En una tensión arterial normal la presión máxima que ejerce
el corazón es de 120mm Hg en su fase de sístole, y en la fase de diástole su
presión es de 80mm Hg. En una tensión arterial elevada, hay que seguir este
protocolo

Beneficios de la práctica deportiva para el control de la tensión

Esta demostrado que el ejercicio físico es beneficioso para el control de la
tensión arterial en el paciente hipertenso. Sin embargo, la práctica deportiva
tiene un riesgo mayor en el hipertenso que en el individuo sano, sobre todo con
determinados deportes y, principalmente, cuando no se realiza de una forma
programada y siguiendo las recomendaciones. Además, el paciente hipertenso debe
ser sometido a una exploración cardiológica previa más exhaustiva, que permita
excluir la existencia de afectación orgánica secundaria a la hipertensión, para
así disminuir los riesgos del ejercicio físico.

La práctica deportiva es una afición cada vez más extendida entre la población,
incluyendo a los hipertensos. Es una creencia generalizada que el deporte es
beneficioso para la salud y muchos médicos recomiendan el ejercicio físico a sus
pacientes hipertensos. Sin embargo, es necesario conocer cómo responde la
tensión arterial ante el esfuerzo físico y la influencia que tiene el ejercicio
sobre la hipertensión arterial, para evitar las posibles respuestas negativas.

El deporte no siempre es beneficioso para la salud. La realización de ejercicio
físico no programado, sobre todo en individuos con enfermedades como la
hipertensión arterial , puede ser peligrosa. Muchas personas inician una
actividad deportiva sin un control médico previo. Algunas de ellas a edades en
las que la probabilidad de enfermedades cardiovasculares es significativa.
Además, dado que hasta un 20% de la población es hipertensa, la probabilidad de
que un hipertenso no diagnosticado inicie una actividad física es relativamente
alta. No es raro encontrar a un paciente hipertenso que inicia una actividad
deportiva sin una valoración médica previa. Alguno de estos pacientes padece una
hipertensión arterial severa y/o tiene repercusión orgánica, lo cual hace que el
ejercicio físico pueda favorecer la aparición de complicaciones cardiovasculares
importantes.

Por otro lado, el corazón del deportista puede mostrar una serie de cambios
estructurales caracterizados, principalmente, por un aumento del diámetro
telediastólico y del grosor parietal del ventrículo izquierdo, los cuales pueden
observarse también en el paciente hipertenso, constituyendo en este último caso
una situación patológica conocida como cardiopatía hipertensiva. Cuando se
encuentran estos cambios estructurales en el corazón del deportista hipertenso,
es necesario realizar un diagnóstico diferencial, el cual puede ser, a veces,
difícil. En estos casos se requiere una valoración precisa de la situación
clínica y una programación específica de la actividad física.

Una situación especial la constituye la hipertensión arterial en el niño, la
cual suele recibir escasa atención, debido a su desconocimiento y a que es mucho
menos frecuente que la del adulto. Es bastante habitual que no se mida
rutinariamente la tensión arterial durante la exploración física pediátrica. Sin
embargo, la hipertensión se encuentra hasta en el 3% de algunas poblaciones
infantiles, habiéndose demostrado que puede tener consecuencias importantes si
no es tratada convenientemente. Este hecho toma especial relevancia cuando el
niño va a iniciar su educación física escolar o cualquier otra actividad
deportiva. De aquí la trascendencia que tiene el conocimiento de la hipertensión
arterial en el niño y su relación con el ejercicio físico.

Relación entre la hipertensión arterial y el ejercicio físico

En una persona sana, no hipertensa, la realización de cualquier tipo de
ejercicio físico produce un incremento fisiológico de la presión arterial
sistólica. Cuando el ejercicio es dinámico, la vasodilatación periférica
acompañante hace que la presión arterial diastólica no se eleve, o aumente o
disminuya discretamente, mientras que la presión arterial media aumenta
ligeramente. Sin embargo, en el ejercicio estático, la contracción muscular
sostenida da lugar a un incremento proporcionalmente mayor de las presiones
sistólica, diastólica y media. Además, si el ejercicio estático es
suficientemente intenso, la presión arterial sistólica puede elevarse
momentáneamente a valores considerables, superando incluso los 220-230 mm Hg,
fenómeno que es raro observar con el ejercicio dinámico.

La respuesta de la tensión arterial ante un esfuerzo en un individuo hipertenso
también depende del tipo de ejercicio físico que se realiza y, además, varía
según el patrón hemodinámico de las diferentes formas de hipertensión arterial.
Comparado con el individuo sano, el ejercicio isotónico en el hipertenso induce
un mayor aumento de las presiones sistólica, diastólica y media, con lo que se
incrementa menos el gasto cardiaco. La respuesta es similar en el ejercicio
isométrico, aunque aquí al aumento de la tensión arterial suele ser de mayor
magnitud. Esta respuesta de la tensión arterial del hipertenso ante el ejercicio
físico es más manifiesta cuanto mayor es el grado de la hipertensión y hace que
la capacidad funcional para el esfuerzo sea menor que la del individuo sano.

Por otro lado, el entrenamiento físico en el sujeto hipertenso produce una serie
de cambios en el estado hemodinámico basal, que son similares a los que ocurren
en el individuo sano, pero que tienden a ser más manifiestos. En concreto, la
tensión arterial basal habitualmente disminuye con el entrenamiento, pero lo
hace en mayor grado en el hipertenso, siendo posible, incluso, la normalización
de la tensión arterial, lo que ocurre, principalmente, cuando la hipertensión es
leve. Asimismo, la tensión arterial basal suele ser menor en el hipertenso
entrenado que en el que no practica ningún tipo de ejercicio físico.

Ejercicio físico como tratamiento de la hipertensión arterial

Dado que el ejercicio físico, realizado regularmente, conduce a una reducción de
la tensión arterial basal, la práctica deportiva ha sido recomendada como una de
las medidas generales del tratamiento de la hipertensión arterial. Además, el
entrenamiento físico aumenta la capacidad funcional ante el esfuerzo y produce
una serie de modificaciones metabólicas que pueden ser beneficiosas. En
concreto, se mejora la utilización de la glucosa y se reducen los niveles de
noradrenalina plasmática, lo cual contribuye favorablemente al manejo del
paciente hipertenso. Por lo tanto, la realización regular de ejercicio físico no
sólo no debe ser desaconsejada en las personas con hipertensión arterial, sino
que debe ser considerada como un punto importante dentro de su tratamiento.

Además de por las razones anteriores, la práctica regular de ejercicio físico se
suele acompañar de otros factores que pueden contribuir al manejo de la
hipertensión arterial. Así, las personas introducidas en el deporte, en general,
suelen tener un ambiente de vida más sano, el cual ayuda al tratamiento de la
hipertensión y evita la adición de otros factores de riesgo cardiovascular. En
concreto, los deportistas evitan, habitualmente, el tabaco y llevan una
alimentación más cardiosaludable. Generalmente, tienen un peso corporal
adecuado, lo que supone un hecho muy importante, pues la obesidad condiciona
muchos casos de hipertensión arterial. Asimismo, la mentalidad del deportista
suele ser más abierta y positiva, lo que puede ayudar a reducir el estrés, el
cual favorece también la elevación de la tensión arterial.

Se ha cuestionado si el ejercicio físico isométrico es realmente recomendable
como tratamiento de la hipertensión arterial. El entrenamiento con este tipo de
ejercicio puede dar lugar a un descenso de la tensión arterial basal. Sin
embargo, durante el esfuerzo isométrico se produce una elevación significativa
de la tensión arterial, a veces severa, que puede ser contraproducente. Por otro
lado, el ejercicio isotónico parece reducir proporcionalmente más la tensión
arterial basal que el ejercicio isométrico, lo que va en contra de la
recomendación de éste. Además, cuando el individuo está entrenado, la reducción
que se produce en el incremento agudo de la tensión arterial durante el esfuerzo
isotónico es proporcionalmente mayor que en el ejercicio isométrico. Por lo
tanto, la mayoría de los autores recomiendan la práctica de un deporte isotónico
o aeróbico como tratamiento de la hipertensión arterial y desaconsejan la
práctica de ejercicio físico isométrico o anaeróbico.

Riesgos del ejercicio físico en el paciente hipertenso

A la hora de indicar la práctica de ejercicio físico en el paciente hipertenso,
hay que recordar que algunos fármacos antihipertensivos pueden interferir con la
respuesta del organismo al esfuerzo, lo que puede ser peligroso en ciertos
casos. Los betabloqueantes disminuyen la frecuencia cardiaca en reposo y durante
el ejercicio, pudiendo así reducir la capacidad de esfuerzo. Aunque es poco
frecuente, existe la posibilidad de que el exceso de dosis de un betabloqueante
limite mucho el ascenso agudo de la frecuencia cardiaca ante un esfuerzo, lo que
puede dar lugar a un agotamiento rápido e intenso. Por otro lado, los diuréticos
incrementan la pérdida hidroelectrolítica, favoreciendo así la aparición precoz
de deshidratación durante el esfuerzo y sus correspondientes consecuencias
negativas, que en casos extremos pueden desencadenar un shock hipovolémico.

Una de las mayores dudas en cuanto a la recomendación sobre la realización de
ejercicio físico en el individuo con hipertensión arterial, es la de si debe
permitírsele practicar un deporte de competición. A este respecto existen
opiniones opuestas. Algunos autores consideran que el deporte competitivo supone
una situación de estrés sobreañadido, que puede dar lugar a reacciones
hipertensivas en individuos predispuestos, por lo que lo desaconsejan. Otros,
sin embargo, no lo consideran peligroso e, incluso, hay quien cree que es
beneficioso en una persona que desea enormemente realizar competiciones, sobre
todo si son niños, ya que puede servirles como educación para vivir en una
sociedad competitiva. Sin embargo, la opinión generalizada es la de que el
consejo debe ser diferente según la situación del hipertenso. Así, si se trata
de una persona con hipertensión ligera-moderada, bien controlada, asintomática y
sin repercusión orgánica, puede permitírsele el deporte de competición, excepto
que muestre alguna reacción negativa al practicarlo. Por el contrario, si la
hipertensión es severa, de difícil control, con síntomas o con afectación
orgánica (sobre todo cardiaca), lo más recomendable es evitar el deporte
competitivo, aunque sí es aconsejable la práctica habitual de ejercicio físico
isotónico.

Un caso particular de hipertensión arterial lo constituye la denominada
"respuesta hipertensiva al ejercicio". Esta se considera cuando el individuo
presenta una tensión arterial normal en reposo, pero muestra valores
excesivamente elevados durante el ejercicio físico. En una prueba de esfuerzo,
se suele considerar que la respuesta es hipertensiva cuando la tensión arterial
supera los 220/110 mm Hg durante el ejercicio. El significado de este fenómeno
no se conoce con exactitud, pero se ha observado que los individuos con reacción
hipertensiva al esfuerzo tienen mayor tendencia a desarrollar hipertensión
arterial en reposo posteriormente.

En algunos estudios se ha observado una relación significativa entre la
hipertensión arterial y la muerte súbita durante el ejercicio físico, pero esto
no ha sido totalmente demostrado. Dado que la incidencia de muerte súbita en los
deportistas es baja y la prevalencia de hipertensión arterial en ellos es menor
que en la población general, el estudio de esta relación es difícil. Hay series,
incluso, en las que ni se menciona la hipertensión arterial como causa de muerte
súbita del deportista. Sin embargo, esta posibilidad debe ser siempre tenida en
cuenta, puesto que la hipertensión arterial y la muerte súbita no relacionada
con es esfuerzo sí ha sido más fehacientemente demostrada, principalmente en los
pacientes con cardiopatía hipertensiva.

Valoración del deportista hipertenso

Todas las personas que vayan a realizar una actividad física deben ser valoradas
previamente desde el punto de vista médico, sobre todo, cardiovascular. En esta
valoración debe incluirse un estudio de los antecedentes familiares y
personales, y una exploración física completa, en la que no debe faltar el
registro de la tensión arterial, incluso en los niños. Con esta valoración
pueden descubrirse la mayoría de los individuos de riesgo, entre los que están
los hipertensos. Estos individuos deben ser remitidos a un cardiólogo para una
evaluación posterior más específica.

Dado que el riesgo mayor en el hipertenso ante el ejercicio físico se observa en
presencia de cardiopatía hipertensiva, deben practicarse las correspondientes
exploraciones para descartar la presencia de ésta. Podría ser suficiente con la
realización de un electrocardiograma y radiografía de tórax, aunque con esto
pueden pasar desapercibidos algunos casos, sobre todo las hipertrofias
ventriculares ligeras sin expresión electrocardiográfica ni radiológica.
Dependiendo de la situación clínica del paciente y de la facilidad de
disposición de las exploraciones, el cardiólogo debe decidir qué pruebas debe
solicitar. Algunos autores recomiendan la realización de un ecocardiograma a
todos los hipertensos, pero esto puede ser muy costoso en algunos centros. Lo
lógico es practicar el ecocardiograma a aquellos hipertensos de mayor riesgo,
como son los individuos de mayor edad, los que presentan síntomas, los que
muestran una hipertensión arterial moderada-severa y aquellos en los que existen
datos de afectación orgánica en la exploración física, en el electrocardiograma
o en la radiografía de tórax.

Al igual que con el ecocardiograma, la realización de una prueba de esfuerzo a
todos los hipertensos puede ser muy costosa para algunos centros. Sin embargo,
es la única forma de conocer con más precisión la respuesta al ejercicio de un
paciente hipertenso. Lo que se recomienda es valorar la necesidad en cada caso.
La prueba de esfuerzo estaría indicada en pacientes con antecedentes familiares
o personales de cardiopatía isquémica, los que refieren angina u otro síntoma
relacionado con el esfuerzo, y los que muestran signos de isquemia miocárdica en
el electrocardiograma. Ahmedabad
Kolkata
Hyderabad

Please Select Embedded Mode To Show The Comment System.*

Artículo Anterior Bangalore Artículo Siguiente

Formulario de contacto