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LA REALIDAD NUTRICIONAL DE UN ADULTO MAYOR DE PUNTA ARENAS

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Esta crónica pertenece a la campaña por una alimentación saludable y acondicionamiento físico en la población magallánica.



Esta crónica pertenece a la campaña por una alimentación saludable y acondicionamiento físico en la población magallánica, proyecto que cuenta con el financiamiento del Fondo de Medios de Comunicación Social concurso 2017, dependiente del Ministerio Secretaría General de Gobierno con aprobación del Consejo Regional.

La historia que le contaremos a continuación quizás sea el fiel reflejo de una realidad regional y también nacional.
La adulta mayor que ve en la fotografía se llama Betsabé Mayorga y tiene 97 años. Oriunda de Chiloé llegó hace muchos años a la región de Magallanes, viviendo siempre al alero de sus padres y hermano.
En su juventud y adultez se dedicó a la costura. Con el paso del tiempo, su núcleo familiar fue desapareciendo, el primero fue su hermano que falleció de una tuberculosis.
Recuerda que en su juventud sólo realizó actividad física en la escuela y su alimentación siempre fue muy variada.
Aquí la vemos tomando una merienda en la tarde que se compone exclusivamente de café, pan y galletas dulces.
Por sus dificultades físicas, propias de su avanzada edad, le es casi imposible cocinar o asear su vivienda. Y al no poseer vínculos familiares, es una vecina, Elena Mansilla, quien le colabora en sus quehaceres más básicos.
Ella nos contó que la alimentación de Betsabé depende en parte de ella y del voluntariado del Hogar de Cristo. Su desayuno consta de una taza de café, pan y mermelada.
El almuerzo es casi siempre suministrado por el Hogar de Cristo que le entrega alimentación preparada de lunes a viernes.
La cena, en tanto, siempre es la replicación de la comida del mediodía.
Los sábados y domingos es doña Elena que con su benevolencia y sólo por el hecho de conocerla de toda la vida, la que se encarga de compartir la comida que ella prepara en su hogar. Para luego llevársela a su casa, pues hace meses que no sale de su vivienda.
Con la pensión básica solidaria que recibe cancela consumos básicos de luz, agua y gas. El resto lo ocupa para alimentarse y en medicamentos, cuando los requiere.
Elena nos explicó que, por deteriorada salud bucal, no puede consumir alimentos muy duros y que sean de difícil masticación. Por esto siempre sus comidas son trituradas o se componen de carnes blancas.
La mayor parte del día duerme y no hace ningún tipo de actividad física ni recreativa.
Así su vida transcurre entre sus cuatro paredes, con el afecto de su vecina Elena y el equipo del Hogar de Cristo.